Ciencia y Ciencia ficción

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INSTITUTO DE TECNOLOGÍA DE CALIFORNIA
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Pie de foto
Voyager 1-30
P-21150C
28 de febrero de 1979

Cuando yo era chico, con unos diez años, leí en una revista del corazón de mi madre, @lecturas, un reportaje de J.J. Benítez que hablaba sobre un avistamiento de ovnis en Perú y un posterior contacto extraterrestre. Yo entonces, me lo creía todo y estaba alucinado con que hubiera vida en otros sitios. Con los lanzamientos de las naves Voyager y el enterarme de que iban a pasar por, entre otros sitios, el satélite de Júpiter, Ganímedes, me creo gran inquietud porque estaba convencido de que las naves fotografiarían todas las ciudades de los habitantes de allí. Mi gozo en un pozo. Cuando pasó la Voyager 1 marzo de 1979 y no fotografío NADA, sufrí una gran desilusión. La de la mentira y la de la gente que cuando escribe, no separa la ciencia de la ciencia-ficción. En cierto modo, mi primera novela ‘El andaluz que viajó a las estrellas’ viene de ahí. Aprendí a crecer de esa manera. Siempre leyendo.

El andaluz que viajó a las estrellas #Caso Conil

De nuevo pude ver como la pandilla de la noche anterior, unos seis, entre chicos y chicas, estaban en la orilla, a unos 150 metros de mí esperando a ver las luces. No me podían ver al estar yo oculto por el montículo. Al seguir las nubes, no se veían las estrellas, aunque en la nubosidad se reflejaban las luces amarillentas de Conil dando al cielo un aspecto fantasmagórico. Si venían las luces de nuevo, estaba claro que no la iba a ver. Pero me equivoqué.

Sobre las once y media, según mi reloj, un resplandor extraño apareció en el cielo marino. Era

la luz de la noche de ayer, pero difuminada por las nubes. Se veía al principio, como un poco de

claridad, pero aumentaba por momentos en intensidad. De pronto y provocándome un sobresalto, la luz

atravesó las nubes y la vi muy cerca. Observé como la pandilla de chicos y chicas también sesobresaltaron y corrieron hacia atrás, en dirección contraria a las luces. Quedó quieta a unos cien metros de altura sobre el agua y disminuyó su brillo. Entonces pude ver (pudimos, porque los chicos también lo vieron)

que aquello era una nave espacial. Dios, un ovni, pensé. No puede ser posible.

De mi novela ‘El andaluz que viajó a las estrellas’ (Inspirada en el Caso Conil)

(c) Alfonso Saborido.

#CienciaFicción#andalucia#Andalucía

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