febrero 2024

Sacerdotes gays – Novela Amor Sagrado.

Sacerdote. Foto de pixabay.
Imagen de Pixabay

Este es un fragmento de mi novela Amor Sagrado. El co-protagonista, Felipe, un sacerdote, tiene su primer encuentro con el protagonista de la novela, Alberto. Los personajes son imaginarios y no tienen nada que ver con la realidad. Parece mentira también, que los escritores tengamos siempre que decir, porque me lo pregunta quien ha leído la obra, si Alberto soy yo. No. Los protagonistas de mi novela no soy yo. Claro que tienen parte de mí, pero no soy yo. A mí no me ha pasado todo lo que les pasa a ellos. Si quieres saber algo en concreto y yo te lo quiero contar, pues pregunta 🙂 .

FELIPE


Hablé con mucha gente, más interesante, menos. Algunos de ellos siguen siendo hoy mis amigos, de los mejores. Pero recuerdo que recibí un privado de un profesor de filosofía. A mí me gustaba bastante la filosofía y hablábamos sobre ello. Me gustaba que por el hecho de ser gay no tuviera forzosamente que hablar siempre de lo mismo. Pero yo notaba algo raro. Para ser profesor de filosofía en un instituto, dudaba a veces. No tenía claro conceptos que, como profesor, se lo tendría que saber al dedillo. Bien estaba que yo, que no soy filósofo tuviera lagunas. Pero ¿él? Me extrañaba, pero bueno, no le di una importancia excesiva.
Un día me dijo que si quería quedar a tomar un café. Le dije que sí. Sin dudarlo. No me producía miedo. Tenía mi desconfianza, pero miedo no. Además, quedamos en un centro comercial muy concurrido con lo cual no había peligro ninguno.
Yo, como siempre, llegué antes y me senté en la mesa de la cafetería donde habíamos quedado. Yo le había mandado mi fotografía. Él no, porque no tenía. O eso me dijo. En aquellos tiempos no todo el mundo tenía fotografías escaneadas con lo cual llegué a entenderlo.
Alguien me habló a mis espaldas.
— ¿Eres Alberto?
Me volví y vi a un chico de mi edad que conocía de vista y supuse que era Felipe, el filósofo.
— ¿Felipe?
— Soy yo — me dijo dándome la mano.
— ¿Nos sentamos? — le dije
— Vale.
— Gracias por venir. Con esto de las citas a ciegas siempre creo que me van a dejar plantado.
— Yo no soy de esos, no hago lo que no quiero que me hagan.
— Eso está bien. Bueno, pues aquí estamos. Hay que romper el hielo.
— Cuesta bastante hablar, ¿verdad?
— Sí que cuesta y mira que yo soy hablador.
— Yo también soy hablador, por mi profesión.
— Verdad, siendo profesor, tienes que hablar mucho.
— ¿Cómo? Ah, sí, sí, claro.
— Pues yo te conozco a ti y no sé de qué.
— Dicen que me parezco a un cantante inglés famoso.
— Sí, ya sé a quién dices, pero no. Yo te he visto a ti en algún sitio, vamos, que hemos estado juntos en algún lado.
Se puso rojo y un poco nervioso.
— Pero bueno, no importa, puede ser que lo sea, de haber visto al cantante ese y que tu cara me suene.
— Lo más seguro. Por cierto, he llegado un poquitín más tarde porque estaba terminando un trabajo en casa.
— ¿Y eso?
— Unas tarjetas de visita, que me gusta llevarlas siempre encima, soy muy clásico. No es que esté muy puesto, pero me pasaron el Publisher y creo que me han salido medio decentes. ¿Quieres ver una?
— Vale, yo sé hacerlas, si necesitas ayuda, aquí estoy. A ver.
Me dio una tarjeta de visita y me quedé helado cuando lo leí.
«Felipe Márquez González. Párroco de Nuestra Señora de las Azucenas. Villanueva de la Frontera. Sevilla.»
Me quedé mirando la tarjeta y no era capaz de levantar la mirada.
— ¿Te ocurre algo? — me preguntó.
— ¿Eres cura?
— Sí, ¿te importa?
— Sí, me importa — le dije, alzando mi vista y mirándole a los ojos.
Se quedó en silencio. Notaba sus nervios.
— Yo ya sé de qué te conozco. He estado contigo en el seminario — continué hablándole.
Seguía rojo y muy nervioso. Le temblaban los labios y la voz. Parecía que le iba a dar un colapso.
— Tranquilo, Felipe. Tranquilo que yo no voy a decir nada ni te voy a juzgar. Tranquilo.
— Es que me he cagado, tío, si es que no tenía que haber quedado.
— ¿Has quedado alguna vez con alguien como conmigo?
— No.
— ¿No me mientes?
— No, te lo aseguro. He quedado porque me pareciste distinto a lo que solía encontrar.
— ¿Tú no me recuerdas?
— No.
— Fui con unos amigos un domingo por la tarde al seminario a tomar café con los de Introductorio, para conocer el seminario y ver si teníamos vocación, que a la vista está no tenía. Tú estabas allí. Viniste con nosotros.
— Verdad, de una parroquia obrera ¿no?
— Sí.
— Tú eras el que nos contaste que estuviste en el Camino.
— El mismo.
— Sí, te recuerdo, es que veo a muchísima gente. Y no te esperaba aquí.
— Pues ya ves, que puntería.
— Quiero pasar desapercibido y quedo con uno que conoce la Iglesia – dijo resoplando.
— De pe a pa la conozco.
— Por favor, no digas nada.
— No, te he dicho que no. Puedes estar tranquilo. Bueno. ¿Y qué buscabas o esperabas encontrar?
— Un amigo con el que poder hablar.
— ¿No buscabas ligar?
— Te he dicho que no.
— ¿Cómo lo llevas?
— ¿El qué?
— ¿El qué va a ser? El ser gay.
— Mal, muy mal. Nadie lo sabe.
— ¿No se lo has contado a nadie?
— A un compañero bajo secreto de confesión.
— ¿Qué te dijo?
— Que olvidara esto. Luego, dejó de hablarme.
— Yo no sé cómo ayudarte, porque estás en una organización muy cerrada.
— Tú también lo estás.
— Sí, pero en la periferia de la Iglesia. El curso que viene no voy a seguir en catequesis.
— ¿Por qué?
— Porque se fue un amigo al que quería mucho y luego me da miedo que se descubra que un catequista de comunión es gay. Se puede formar una gorda.
— Llevas razón, se puede formar. Tú lo tienes más fácil para irte. Yo no.
— ¿Por qué?
— Porque si dejo de ser cura ¿de qué vivo?
— ¿No eras profesor de filosofía?
— Te mentí, hice Teología.
— Así tenías algunas dudas raras cuando hablaba contigo.
— Claro, la filosofía la estudié pero no la tengo al día, tenía que mirar en una guía. Tú hacías preguntas muy complicadas.
— Porque no me fiaba.
— Pues ya ves, pasé la prueba.
— Sí, con reservas.
— ¿No tendrías que estar ahora en la parroquia? — le pregunté mirando el reloj.
— Los tengo en un encuentro de oración, tengo que volver dentro de una hora.
— Tiene cojones, ellos rezando y tú buscando ligues.
— Me has dicho que no me vas a juzgar.
— Joder, no me digas que no tiene su gracia.
— Lo sé, es absurdo. No tenía que haber venido.
— No, no creo. Yo creo que las cosas pasan por algo. Has encontrado a un gay y cristiano. Imagina que te encuentras a un gay ateo.
— Me muero.
— ¿Cómo te has atrevido a enseñarme la tarjeta de visita? ¿No has tenido miedo?
— No sé, ha sido como un impulso. Bueno ¿y a ti qué tal te va?
— ¿A mí? — le contesté – Sería muy largo de contar.

Puedes leer el libro gratis en Kindle Unlimited o comprarlo en papel pinchando en la imagen.

Día de Andalucía

Bandera de Andalucía

Hoy, 28 de febrero de 2024, Día de Andalucía, la vivo con una especial nostalgia. Echando mucho de menos a la generación de mi padre y de mi madre, que salieron aquel día de 1980 a votar con toda la ilusión del mundo por una Andalucía mejor, sin paro, sin emigrantes, sin injusticias y tratada por igual por el estado español. Echo de menos aquel orgullo andaluz de pueblo, de gente.

Por desgracia, al #diadeandalucia le ha pasado como al #diadelamujer Las derechas nos lo han endulzado tanto que parece creado por El Corte Inglés. Nunca hay que olvidar su origen: la lucha del pueblo andaluz por una autonomía que hoy prácticamente ha perdido. Andaluces, Andaluzas ¡Levantaos! #orgulloandaluz #Andalucía

Admiro a los pueblos catalanes y vasco, con una envidia sana, de como son capaces de poner a sus parlamentarios en Madrid, para negociar sus intereses. Ojalá tuviéramos un grupo parlamentario andaluz, que pudiera traernos trenes, industrias, en general, servicios públicos, para que pudiéramos vivir mejor y no ser la comunidad más atrasada (no en cultura, que de eso nos sobra) en desarrollo en España.

Las redes sociales se mueren

Redes Sociales
Fotografía Pixabay

Las redes sociales se mueren. Seguro que ya estás notando, sobre todo en Facebook e Instagram, que cada vez tienes menos ‘me gusta’, que cada vez ves menos a tus amigos de verdad, que siempre ves a los quince o veinte mismos, incluso repetidos. Que te aparecen mensajes de hace una semana o incluso quince días. Que ves ‘buenas noches’ por la mañana. Que ves ‘por fin es viernes’ un miércoles y sobre todo, no paras de ver sugerencias de recetas de cocina, de consejos de salud etc… y llega hasta aburrirte de tanta publicidad.

Tienes la sensación, porque es verdad, de que estás perdiendo el tiempo. Tanto si eres de los que miran, que te llevas todo el día mirando cosas que no te interesa ver y pasando el dedo, tanto si eres de los que crean, porque estás harto de que no vean nada de lo que pones a no ser que pagues.

Cansa. Por eso, yo estoy harto. No digo que no vaya a entrar más, pero prefiero gastar el tiempo de Facebook/Instagram escribiendo en mi blog o leyendo un libro.

Para redes sociales, sólo queda X, que por ahora, me permite ver lo que quiero ver.

Facebook/Instagram y TikTok (que solo te enseña a influencers) tienen los días contados como lo tuvo MSN, IRC, Tuenti, Terra, etc.

Todo pasa.

¿Y cuando el niño acosador crece?

Niño acosado
Fotografía Pixabay.

O la niña. Encuentro muchos artículos sobre los niños y niñas acosados e incluso por los niños y niñas que son acosadores, pero no encuentro nada el futuro de los niños, las niñas que fueron estos pequeños delincuentes.

Yo sé, porque me acosaron de pequeño, que esa herida la lleva uno encima siempre. El acoso al que yo fui sometido era normalizado. No tenía los dientes derechos, no había entonces dinero ni costumbre en la clase trabajadora de ponerle brackets a los hijos. O sea, ya tenía todo los puntos para que se metieran conmigo. Incluso el tener el pelo rizado era objeto de burla.

Yo era un niño tímido y asustadizo. El peor acoso era cuando me llamaban mariquita y me tocaban el culo con solo diez años. Que con diez años yo ni siquiera sabía que era ser mariquita.

Pero a lo que voy. Hoy me pregunto qué habrá sido de mis acosadores. De todos esos niños y niñas que fueron acosadores. ¿Serán unos grandes señores?¿unas grandes señoras? ¿Habrán triunfado en la vida?¿Se sienten contentos consigo mismos?¿O están frustrado por no conseguir sus objetivos?¿Siguen la vida de los que fueron acosados por ellos? ¿Tienen algún cargo de conciencia? ¿Habrá funcionado el Karma?

Pregunta a las que, por ahora, no tengo respuesta.

La hipocresía en la lucha contra la droga.

No seamos hipócritas. Claro que nos duele la muerte de los Guardias Civiles en Barbate. Pero ¿de verdad os sorprende? Tarde ha pasado. ¿Nadie recuerda ya la película de ‘El Niño’? Tiene ya años la cinta y a nadie nos sorprendió entonces lo que contaba. Porque lo que contaba es lo que ha pasado hoy. Justo lo mismo. Incluso moría un policía que iba en un helicóptero.

No. No vale el argumento de que en la provincia de Cádiz no hay trabajo (que es verdad que no hay) y que hay que invertir en planes de empleo. Esos planes de empleo no valen para nada por que jamás se va a pagar en un plan de empleo de esos a un trabajador lo que se gana con el trapicheo de la droga. Y no hablemos del trapicheo a alto nivel.

Para luchar contra la droga se me ocurren algunas. Una, que se dote a las fuerzas de seguridad con todo el personal posible, con dotaciones de defensa adecuada. Cosa que ahora no existe y a la vista está.

Otra sería legalizar la droga. La droga sería haciendo daño pero estaría controlada. Como se hace con el tabaco y el alcohol. Quien quiere dejarlo tiene mejores posibilidades que quien consume droga ilegal. Además, terminaríamos con las mafias.

Pero ¿quién es la mafia? Ahí está la madre del cordero. ¿Tienen los políticos gobernantes de España interés en que las mafias de la droga desaparezcan? ¿O son los suficientemente inteligente como para luchar contra ella? Lo digo por aquella fotografía que adjunto que publicó EL PAÍS en la que el presidente del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijoó, estaba navegando con un narcotraficante, pero él no lo sabía o no se había dado cuenta.

Pues así estamos. Dudo mucho que en los grandes partidos gobernantes de España (Y de la Unión Europea) haya interés real en terminar con el tráfico de drogas.

Pero mientras la población miramos hipócritamente para otro lado, que sepan que como decimos donde vivo, no nos chupamo er deo.

Descansen en paz, los guardias civiles y fuerza para su familia, porque la van a necesitar.

Ciencia y Ciencia ficción

OFICINA DE INFORMACIÓN PÚBLICA
LABORATORIO DE PROPULSIÓN A JET
INSTITUTO DE TECNOLOGÍA DE CALIFORNIA
ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE AERONÁUTICA Y ESPACIO (NASA)
PASADENA, CALIFORNIA. TELÉFONO (818) 354-5011
Pie de foto
Voyager 1-30
P-21150C
28 de febrero de 1979

Cuando yo era chico, con unos diez años, leí en una revista del corazón de mi madre, @lecturas, un reportaje de J.J. Benítez que hablaba sobre un avistamiento de ovnis en Perú y un posterior contacto extraterrestre. Yo entonces, me lo creía todo y estaba alucinado con que hubiera vida en otros sitios. Con los lanzamientos de las naves Voyager y el enterarme de que iban a pasar por, entre otros sitios, el satélite de Júpiter, Ganímedes, me creo gran inquietud porque estaba convencido de que las naves fotografiarían todas las ciudades de los habitantes de allí. Mi gozo en un pozo. Cuando pasó la Voyager 1 marzo de 1979 y no fotografío NADA, sufrí una gran desilusión. La de la mentira y la de la gente que cuando escribe, no separa la ciencia de la ciencia-ficción. En cierto modo, mi primera novela ‘El andaluz que viajó a las estrellas’ viene de ahí. Aprendí a crecer de esa manera. Siempre leyendo.

La suegra de Pedro

La curación de la suegra de Pedro por John Bridges, siglo XIX. Birmingham Museum of Art

No olvidemos que la única forma lícita de mirar a una persona de arriba hacia abajo es cuando tú tiendes la mano para ayudarla a levantarse. La única. (Papa Francisco).

Lectura del santo evangelio según san Marcos

Mc 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Alfonso Saborido

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