En el Consejo de Ministros del 27 de diciembre de 2023, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, aprobó el Séptimo Plan General de Residuos Radiactivos y con ello la continuidad de la operación del centro de almacenamiento de El Cabril (Córdoba) para residuos de media, baja y muy baja actividad, hasta completar el desmantelamiento de las centrales, como ya estaba planificado en el 6º PGRR.
Por lo tanto, Andalucía seguirá siendo el basurero radiactivo de España. Toda la información sobre este cementerio nuclear la puedes ver en Wikipedia.
Pero te pregunto, lector. ¿Escuchaste algo sobre esto a los partidos políticos en la campaña electoral? ¿Hablaron sobre ello en las negociaciones para formar gobierno? No.
Esto pasa porque no tenemos diputados y diputadas andaluces en el Congreso de los Diputados. Sí, los hay ocupando escaños, 61 en total, pero no ejercen como andaluces.
Andalucía seguirá siendo el cementerio nuclear de España porque no tenemos un grupo parlamentario andaluz (y andalucista) en el Congreso de los Diputados. Ya es hora de que despertemos o nos comen las moscas radiactivas. ¡Viva Andalucía libre de residuos nucleares!.
Pasa ya casi el día de Año Nuevo y volvemos a la realidad, a la cruda realidad. No sé qué ocurrirá en la ciudad en la que vives o en tu pueblo o aldea. En la mía, en Jerez de la Frontera (Cádiz, España) no existen autobuses a la hora obrera. Digo ‘hora obrera’ porque de pequeñito yo cogía un autobús que tenía su ‘ticket obrero’ que te permitía la vuelta.
Los políticos profesionales y los que aspiran a serlo (distinto de los políticos por vocación que por desgracia, casi nunca llegan al poder o si llega, se van aburridos de la corrupción moral que se encuentran en determinados ambientes) ni se imaginan de las necesidades de la ciudadanía, y mucho menos, de la España que madruga. Esa España que se pronuncia tanto en los mitines pero que muy poca gente conoce.
Sí, amigos y amigas de la política, hay un Jerez que se mueve y madruga antes de la siete de la mañana, que se tiene que desplazar a una Estación de Trenes que no se encuentra en el centro de la ciudad y que hace imposible que mucha gente pueda ir andando, como por ejemplo, zonas como la de San Joaquín, La Granja o la zona Sur, a la que hay que añadir una subida en cuesta muy cansada.
La cosa empeora porque en la misma plaza de la Estación de trenes y autobuses interurbanos existe un aparcamiento subterráneo, inútil, cerrado que solo ocupa sitio y quita el necesario para aparcar. Porque sí, por desgracia, Jerez de la Frontera es una ciudad diseñada para el uso del coche. Los carriles bicis son inútiles también. No atraviesan el centro de la ciudad y te dan rodeos enormes.
Para colmo, este año inauguramos la prohibición de utilizar el monopatín eléctrico, con razón, por el riesgo de explosiones, en trenes y autobuses.
La bicicleta, tampoco es una alternativa eficaz, porque todos los usuarios con bicicleta no cabemos en un tren o autobús.
La única solución, pienso, es un autobús urbano, a las horas en la que la gente normal vamos a trabajar fuera de la ciudad y necesitamos coger un tren a las 6.18 ó 6.48 ó 7:34 para ir a Cádiz ó Sevilla.
Una de las razones al desconocimiento de estos horarios de trabajo fuera de la ciudad por parte de los políticos, aparte de que no haber trabajado jamás a esas horas, es también la fobia que existe al funcionariado. Un político normalmente no se lleva bien con el o la funcionario. El motivo suele ser la envidia. Muchos de ellos quieren vivir de la política pero no pueden hacerlo eternamente porque para ello tendrían que hacer una oposición y más fácil no estudiar que estudiar. Y como esos horarios son horas de funcionarios, les da igual.
Pero también ignoran, que son muchas las personas, mujeres sobre todo, sanitarias, limpiadoras, auxiliares de personas mayores, empleadas en tiendas, farmacias, colegios privados, etc… y por supuestos, estudiantes, que también salen por la mañana.
A lo mejor está llegando el momento de que todas esas personas del Jerez que madruga nos organicemos para que los políticos, que solo entienden en número de votos, nos oigan.
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